jueves, 19 de enero de 2023

Pedro de Répide

PEDRO DE RÉPIDE GALLEGOS nació en Madrid el 8 de febrero de 1882, en la calle de la Morería, junto al Viaducto. Estudió las carreras de Derecho y Filosofía y Letras, clases a las que faltaba con frecuencia para sumergirse en los ambientes de los mesones, tabernas y fiestas de los barrios a los que asiste con verdadero deleite. Completó sus estudios en la universidad de La Sorbona, de París, donde sirvió como secretario particular y bibliotecario de Isabel II durante su exilio en el palacio de Castilla, de la citada capital francesa. A pesar de sus estudios se dedicó desde siempre a la Literatura. A los dieciocho años publicó su libro de poesías Las canciones. Durante su estancia en París recibió en 1900 el primer premio del diario El Liberal por su libro La enamorada indiscreta. Regresó a Madrid en 1904 tras el fallecimiento de la reina y en el citado diario siguió publicando numerosos artículos. En 1919 abandonó El Liberal junto con una gran parte de la redacción y fundó con ellos La Libertad, donde trabajó hasta 1936. En este último año se pasó al Informaciones, hasta que estalló la guerra civil. En los periódicos donde estuvo pasó por casi todas las secciones haciendo de crítico teatral, literario, cultural y parlamentario, lo que le permitió conocer ampliamente las distintas maneras de vivir de los madrileños, sus costumbres, modos de hablar, etc. Répide adquirió fama sobre todo como gran conocedor del casticismo y de los tipos populares del Rastro, Lavapiés y Chamberí. Por ello, en 1923, recibió el título de Cronista de la Villa. En las redacciones de los periódicos tenía fama de mantener grandes discusiones verbales e incluso violentas con sus compañeros por discrepancias continuas con ellos. 

Pedro de Répide era de mediana estatura, lo que trataba de disimular con unos zapatos con tacones. Siempre iba envuelto en una capa castiza y cubierto con un chambergo de amplias alas. Su cara pálida y sus grandes patillas "chuletas" le dieron un aire muy peculiar. González Ruano decía de él en 1950: «Répide era un hijo de Madrid que había salido un poco rana, lo que nos divertía a todos y tenía generosa y unánime disculpa. Olía a perfume barato, a organillo y a churros de verbena. Con su cara empolvada de atroces polvos blancos, que le daban un aire pierrotino sobre su barba dura y azulada; con sus zapatitos de tacón cubano color sangre de toro, con sus trajes blancos, convencionalmente habaneros, y sus bucles, que ya un poco se le formaban isabelinos [en los mentideros de la Villa se decía que era hijo de Isabel II], gangoso, con voz de fonógrafo; divertido y ocurrente»

Répide cultivó el periodismo literario, la poesía, la novela, el drama y el cuento, publicando sus obras en revistas y diarios. Su vida transcurría entre la confección de sus numerosos artículos y la asistencia a tertulias, cafés, teatros y casinos. Alardeaba de descender de Catalina de Cornaro, reina de Chipre, trono según contaba con ironía le correspondía por derecho propio. Más que un personaje popular fue un personaje de leyenda en el primer tercio del siglo xx, rodeado de secretos y misterios. Se decía de él que en ocasiones desaparecía y vestido de organillero, sin que nadie le reconociera, sacaba su correspondiente instrumento a la calle y daba serenatas en esquinas y ciertos balcones, donde sabía que había mujeres que, enfundadas en batas blancas, le tiraban unas monedas. 

Entre las obras de Répide destacan: Del Rastro a Maravillas, El solar de la bolera, La desazón de las angustias, Los cohetes de la verbena, El agua en cestillo, La Rusia de ahora, No hay fuerza contra el amor, Del mar Negro al Caribe, La casa de todos, El Madrid de las Siete Estrellas, El Madrid de los abuelos, Costumbres y devociones madrileñas, así como una biografía de Isabel II. En 1937 publicó en Ca- racas Memorias de un aparecido

Durante la guerra civil Répide huyó a Tánger y de ahí a Venezuela. Aunque pudo regresar en cualquier momento, no lo hizo hasta 1947, cuando ya estaba cansa- do y envejecido. A su regreso y aunque se le recibió con los brazos abiertos, para la mayoría de la gente era un perfecto desconocido. Apenas pudo escribir nada. Cierto día, estando en Alicante, cayó gravemente enfermo y sintiendo la llamada de Madrid, la ciudad que tanto amó, vino a despedirse de ella y murió el 16 de febrero de 1948 siendo enterrado en un nicho del Cementerio de la Almudena. Tenía 66 años recién cumplidos. Su desaparición pasó inadvertida. Desde su muerte su nombre ha caído prácticamente en el olvido. Sin embargo se le recuerda por una sola obra: por la recopilación en forma de artículos periodísticos de la historia de Las calles de Madrid y que él no llegó a ver en formato de libro pues se publicó veintitrés años después de su muerte

Las calles de Madrid, su obra maestra

En lo que verdaderamente destacó fue en la citada recopilación de la historia de las calles de Madrid en forma de artículos bajo la sección Guía de Madrid. Recogía leyendas, historias, tradiciones e incluía personajes célebres que habían vivido en 

cada calle, hechos históricos acontecidos en ellas, edificios importantes ... y plasmando, sobre todo, su gran amor por la ciudad que le vio nacer. El primer artículo lo publicó el 3 de mayo de 1921 en el diario La Libertad y, aunque los tres primeros aparecieron bajo el seudónimo de "El Ciego de las Vistillas", a partir del cuarto firmó con su verdadero nombre, y así continuó hasta la última voz, la calle de Zurita, que apareció el 4 de octubre de 1925. Sin embargo, ahí no terminó su trabajo, pues a continuación publicó un apéndice hasta el 15 de noviembre de las nuevas calles que se habían rotulado a lo largo de esos cuatro años y medio en que duraron sus artículos. 

Curiosamente, Répide empezó su primer artículo con la Puerta del Sol, partiendo del centro de Madrid y continuó por las calles de San Bernardo y de Sevilla. Pero enseguida se dio cuenta de que el mejor sistema era seguir un orden alfabético. 

En 1971 una editorial decidió recopilar todos los artículos para ser publicados en forma de libro. La labor de recopilación de los artículos fue complicada pues en la Hemeroteca Municipal faltaban algunos números de La Libertad en los tomos encuadernados. Por ello hubo que recurrir al archivo del propio diario donde no hubo suerte. Por fortuna en el archivo del diario Informaciones pudieron completarse los artículos que faltaban. Aún así, en algunas voces -muy pocas afortunadamente aparecen unas líneas de puntos, que significan que ese texto falta en el correspondiente del diario La Libertad. 

Las explicaciones que Répide incluía al comienzo de cada calle en las que indicaba a qué barrio (b.), distrito (d.) y parroquia (p.) pertenecía, a pesar de que muchos de éstos han cambiado de nombre en la actualidad, tal es el caso del distrito de la Inclusa, que hoy recibe el nombre de Centro. 

Por último, el libro es la más completa recopilación de la historia de las calles de Madrid. En lo referente a la historia, Pedro de Répide fue riguroso, sin embargo, en cuanto a la leyenda y el origen de los nombres de las calles, no le quedó más remedio que aceptar en muchas ocasiones lo que contaron escritores y cronistas matritenses de mediados del siglo pasado que recopilaron leyendas, tradiciones, hechos históricos,... añadiendo en algunos casos una buena dosis de imaginación e invención. Por orden cronológico son los siguientes: Origen histórico y etimológico de las calles de Madrid (1863), de Antonio Capmani y Montpalau; Guía de Madrid (1876), de Ángel Fernández de los Ríos; Manual de Madrid (3a edición, (1884), de Ramón de Mesonero Romanos y Las calles de Madrid. Noticias, tradiciones y curiosidades (1889), de Hilario Peñasco y Carlos Cambronero. Estos últimos apuntaron en su libro que «esto de las tradiciones ha permanecido en las tinieblas de lo desconocido hasta el año 1863, en que el erudito Antonio Capmani y Montpalau publicó su precioso libro titulado Origen histórico y etimológico de las calles de Madrid. Más ¡ah!, que nuestro etimologista se olvidó decir las fuentes donde había adquirido sus noticias, y éstas, mejor que resultado de serias investigaciones parecen en algunos casos invenciones de gacetillero». Sabiendo esto, Répide, en algunas ocasiones, como por ejemplo al hablar de la calle de la Arganzuela, y que según la leyenda provenía del Tío Daganzo y de su hija, conocida como la Daganzuela, ya aclara que fue una invención de Capmani

Como homenaje a Pedro de Répide, hay que decir que hasta la fecha no se ha vuelto a escribir un libro tan exhaustivo sobre las calles de Madrid. La recopilación incluye un total de 1.044 calles, plazas, paseos, etc., comprendidos dentro de los límites de la M-30. En la actualidad hay más de 20.000, gracias a las anexiones de trece pueblos en los años cuarenta y cincuenta, así como a la urbanización de nuevas barriadas, trabajo que llevaría mucho más de los cincuenta y tres meses que empleó Répide, a razón de nueve artículos semanales. 

 

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